Al llegar el ejército libertador y proclamada la independencia, el
protector don José de san Martin tuvo el acierto de encarar el problema
de la cultura popular, decretando con fecha 28 de agosto de 1821 como
una medida inicial la fundación de la biblioteca nacional, a la que
podrían acudir sin distinción toda persona con ganas de aprender, para
capacitarse y comprender los beneficios del saber, pues la ignorancia
era una de las mejores aliadas del opresor.
De conformidad con el decreto del 8 de febrero de 1822 comenzaron a
hacerse los preparativos, para la instalación de la biblioteca en el
antiguo local del colegio de los Caciques, que había pertenecido a los
jesuitas y convertido en esos días en el colegio de “la libertad”.
El general san Martin y sus ministros Monteagudo y García del Rio
iniciaron los donativos, con el obsequio de 600 volúmenes y siguió la
universidad con otros tantos, el cabildo y las corporaciones religiosas,
cuando todo estuvo listo y habiéndose colectado 1256 volúmenes, se
procedió a la inauguración de la biblioteca el 17 de setiembre de 1822
con asistencia oficial de todo el gobierno.
Comenzaba así la brillante institución, al principio fue un poco
lánguida hasta que la presencia del ilustre pensador y tribuno don
Francisco de Paula Vigil, en la dirección de la biblioteca nacional
trabajase intensamente por enriquecerla para que estuviese a tono con el
progreso cultural de la época, en sus anaqueles se podía encontrar
muchas ediciones valiosísimas, plantinas elzevirianas y las llamadas
admusum delphini especialmente en literatura clásica, en filosofía se
hallaban todas las obras escritas desde Platón y Aristóteles hasta Kant,
en historia figuraban todos los clásicos Grecorromanos hasta los
cronistas de indias, en materia religiosa poseía costosas y completas
ediciones, todas las biblias publicadas hasta esa fecha; en historia
natural figuraban las obras de Buffon, Humboldt, Bompland; en
arqueología figuraba el libro antigüedades Peruanas de Rivero y Tschudi,
aparte de las publicaciones de Squier, Brasseur de Bourghour; en
geografía y viajes figuraban las obras de Estrabon, Pomponio, Pinkerton,
Alcedo, Frezier, Ulloa, Lacondamine, uno de los libros más raros era el
escrito por Enrique VIII en defensa de la iglesia católica, la
colección americana ostentaba los nombres de León Pinelo, Villarroel,
Peralta, Olavide, Berriozábal, Juan de Cabiedes, Cosme Bueno, Larriva,
Pardo, Segura, etc; conjuntamente con todas las gacetas y revistas
escritas en Lima en colecciones perfectamente empastadas, entre los
manuscritos figuraban muchas memorias de los virreyes, próceres de la
inquisición, un curioso tratado de cetrería perteneciente a Carlos V,
lujoso trabajo caligráfico, libros de heráldica con preciosos dibujos a
pluma.
El año 1880 el número de ejemplares había llegado a 56,127 volúmenes,
sin contar los duplicados y otros que estaban excluidos en el deposito;
los libros estaban perfectamente distribuidos en los grandes salones
Europa y América, la biblioteca se encontraba en estado floreciente
cuando se produjo la ocupación Chilena tan aciaga, con ella se cerró su
primer ciclo histórico; las huestes del general Lagos convirtieron el
local de la biblioteca en cuartel de caballería, los mejores libros
fueron enviados a Santiago de Chile y no pocos vendidos a peso por la
soldadesca, como papel de despacho para las pulperías y bodegas, una
infinidad fueron quemados y destrozados con bárbaro ensañamiento, la
obra paciente de muchos hombres ilustres Peruanos quedo destruida por la
fratricida acción guerrera de los Chilenos.
Después del tratado de Ancón el gobierno del general don Miguel
Iglesias, puso mucho empeño en restaurar la malograda biblioteca
decretando una medida con fecha 2 de noviembre de 1883, encargando la
dirección a don Ricardo Palma nuestro ilustre escritor, puso el toda su
incansable actividad en obtener por todos los medios, una gran serie de
donativos de instituciones, autores, publicistas, editores, libreros y
de personas de elevada cultura dentro del país y del extranjero; esta
segunda inauguración de la biblioteca nacional se llevó a cabo el 28 de
julio de 1884 con una existencia de 67,894 volúmenes, correspondiendo
18,630 al salón Europa, 41,946 al salón América y hallándose en depósito
4,318, en el salón América se encontraba 270 volúmenes de papeles
varios que eran un conjunto de folletos originales.
Durante los 28 años de permanencia en la dirección nuestro gran escritor
don Ricardo Palma, siguió solicitando donativos para enriquecer las
colecciones de la biblioteca nacional y su labor fue la de un verdadero
creador, para honrar el centenario de su nacimiento la municipalidad de
Lima mando colocar un busto en el área fronteriza de dicha institución;
entre las numerosas colecciones adquiridas en esta segunda etapa, son
dignas de mencionar las llamadas librerías Zegarra y Paz Soldan que son
fuentes de la historia nacional, mención especial merecen los
importantes donativos enviados por los gobiernos de Argentina y Uruguay,
entre los primeros directores que tuvo se encuentran don Francisco de
Paula Vigil, el doctor Mariano Arce, el doctor Joaquín Fernández de
Paredes, don Ricardo Palma.
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