En mis noches sin sueño pasan por delante de mis
ojos, escenas y hechos en extravagante procesión, pidiéndome con gestos y
contorsiones les de vida sacándolos del limbo en que viven, mi sentido común
que es la barrera de los sueños comienza a flaquear, me cuesta trabajo saber
que es real y que es fantasía, tengo que escribir y soltar el tesoro de
oropeles y guiñapos que se han acumulado en los desvanes de mi cerebro.
Es así que un día siento que estoy en la ciudad de Gubbio, provincia de Perussa al pie del Apenino, en el valle de Camignano que fue la antigua ciudad de la Eugibina, allí donde se descubrieron las famosas tablas Eugubinas, veo con los ojos del cerebro las siete tablas de bronce sobre las que está grabado en doce de las caras, información sobre las divinidades, datos y oraciones, también sobre la tipografía del territorio escritas en el antiguo dialecto Umbro, con caracteres Etruscos que datan del siglo III, siendo el más antiguo documento de la civilización occidental y el más importante texto ritual de la antigüedad clásica.
Más que la rica paleta de Iris, oh bloque pentélico
Amo tu nítido albor
Hay en el mármol la suave pureza de un alma
inocente
Hay el candor de la luz
Luego mi sueño cambia y me encuentro en China, veo
su escritura ideográfica, es decir los signos están representados por objetos e
ideas, su alfabético es fonético y su carácter es predominantemente simbólico,
la literatura China es una de las más antiguas y ricas que se conocen, paseando
por su plaza llego a donde se encuentra un grupo numeroso de gente que rodea a
un orador, pero al acercarme más descubro que es un poeta que esta por empezar
a declamar una de sus poesías, tomo asiento y en eso empieza con una voz clara
a recitar:
Cuando todavía usaba cerquillo sobre la frente
Y me divertía cogiendo flores a la vera del pórtico
Tu viniste, jugando caballito en un zanco de bambú
Trotaste a mí alrededor tirando ciruelas azules
Y continuamos viviendo en la aldea de Chopan
Dos niños sin antipatía ni malicia
A los catorce años, mi señor me desposaste
Nunca reí, era tan tímida
Bajando la cabeza miraba la pared
Mil veces me llamaron pero nunca volví para mirar
A los quince deje de ser adusta
Desee que mis cenizas se mesclaran con las tuyas
Para siempre, siempre, siempre
¿Por qué subiría al mirador?
A los dieciséis partiste
Fuiste hasta la lejana Ku-To-Yen
Por el rio de profundos remolinos y me has faltado
cinco meses
Los bonzos, en lo alto, lanzan una queja dolorosa
Arrastrabas los pies cuando te fuiste
Ahora crece musgo, variado musgo, cerca del pórtico
Tan profundo que no puede arrancarse
Antes de tiempo caen las hojas con el ventoso otoño
Parejas de mariposas, en agosto
Salpican de amarillo la hierba del jardín
occidental
Me hacen daño envejezco
Si regresaras a través de las gargantas del Kiang
Házmelo saber, por favor, anticipadamente
Porque iré a darte el encuentro
Aun a Cho-Fu-Sa.
El poeta dice el título de esta poesía es “carta de la esposa del mercader
del río” se ve en los rostros de los asistentes una gran serenidad y todos dicen
es nuestro gran poeta LI PO, es triste esta poesía y ser escuchada bajo el azul
brillante del cielo, todavía más en aquella época en la que no había este
moderno jinete del apocalipsis llamado contaminación, regreso al presente
intempestivamente y me quedo pensando sobre la pobre época que vivimos bajo el
triunfo de la materia y de la mentira, donde están los encantos, los
idealismos, las primaveras, donde la noble poesía de la vida, donde ese algo
sublime que debe haber en cada hombre.
Desde tiempos inmemoriales los seres humanos hemos
rendido culto a la belleza, una vez que superamos la necesidad de luchar para
sobrevivir, cuando el espíritu clamaba para si la manifestación de sus ideales,
al principio los encuentra en sus dioses en el que confía y adora, debe ser por
eso que el arte en la antigüedad está estrechamente unido a la religión, luego
nace el deseo profundo de perpetuar en una creación propia nuestro paso y dejar
nuestra huella, la escultura, la música y la danza, la pintura, la arquitectura
y la literatura, para serenar el ánimo y reconocer los valores de la vida;
mundo sin poetas, sin filósofos maravillosos, sin amores, sin heroísmos, sin
ideales, es tierra de bípedos que pacen las flores ornamentales de las tumbas
de los hombres.