lunes, 26 de junio de 2017
sábado, 17 de junio de 2017
LA PLAZA DE SAN MARCOS EN VENECIA
En el año 1488 se embaldosa su perímetro, este
mismo año el arquitecto Alejandro Leopardi termina el palacio de los dux o
Palazzo Ducale (palacio Ducal) cuyo frente a la plaza de san Marcos está unido
al palacio de prisiones o de justicia, por el puente de los suspiros que atraviesa
el canal de san Giorgio II Maggiore (san Jorge el mayor)
Fue el mismo Leopardi quien coloco los altos y
artísticos mástiles de bronce que se llamaron “los candelabros de la plaza de
san Marcos” y sobre las palomas de la plaza cuentan las crónicas antiguas que
en celebración de san Teodoro, antiguo patrón de Venecia después de terminada
su procesión se soltaban grandes parvadas de palomas y que algunas eran cogidas
por los vecinos y otras volaban hacia los tejados, donde hacían sus nidos las
que se multiplicaron y acudían a la plaza de san Marcos en busca de alimentos,
por lo que el dux Macenego dispuso que la mantención de las palomas fuera
atendido por el delegado de los graneros públicos a costa de la ciudad.
BARCAROLA
(De autor italiano desconocido)
Menos azul que tus ojos
Niña el adriático esta
Te esperan mis brazos
Paloma del lido
Te espera mi barca
Crucemos el mar
Todo es música el alba
Toda es la briza azahar
Todo habla de amores
También nuestras almas
Responden a ese concierto inmortal
Una canción amorosa
De los remos al compas
Entona y las aves oyendo tu acento
De envidia y de celos muy lejos se irán
El Austria pudo quitarme
Riquezas y libertad
¿Qué importa? Un tesoro me dejo en tus besos
¿Qué importa? Si nunca me dejas de amar.
jueves, 1 de junio de 2017
MAS DATOS SOBRE LA HISTORIA DEL PISCO PERUANO
Don Manuel Ricardo Palma Soriano nuestro
extraordinario tradicionalista, cuenta que durante ocho años surco el océano
pacifico y paso sus descansos en puertos y ciudades de la costa refrescadas por
las brisas marinas, en sus correrías políticas se asomó a los melancólicos
pueblitos serranos, pernocto a las faldas de los andes en su majestuosa
enormidad, le gustaba distraer las fatigosas jornadas charlando con las gentes
que hallaba en el camino, don Ricardo Palma expansivo y bromista no se limitaba
solo al saludo, sino que procuraba hilvanar conversación con los transeúntes,
arrieros, labradores, al principio tímidos y recelosos solo contestaban buenos
días taita, les preguntaba sobre sus
familias y sus asuntos como si los conociera desde hace mucho tiempo, de allí
escucho de labios del pueblo expresiones que luego llevaría a la real academia
de la lengua, con el nombre de “peruanismos”.
En cierta ocasión dice escucho que llamaban pishcu
(ave en quechua) a la tinajuela de barro que contenía aguardiente de uva, que
los criollos y mestizos llamaban pisco y lo anoto como un peruanismo.
Pisco- la tinajuela de barro en que el productor
vende el aguardiente.
Piscolabis- echar un piscolabis es beberse una copa
de aguardiente de uva.
Voces nuestras apropiadas a nuestro ser social,
conjugando empamparse, asorocharse, apunarse, desbarrancarse, garuar.
Verbos que en España no se conocían porque no eran
precisos en un país donde no hay pampas, ni soroche ni puna, ni barrancos sin
peñas, ni garua.
El pueblo crea los vocablos que necesita crear sin pedirle
permiso a nadie, sin escrúpulos de impropiedad en el término.
En una de sus narraciones el tradicionalista soñó
con el divino maestro y sus apóstoles, peregrinando por los arenales de la
costa peruana, caía la tarde cuando el señor dijo:
Haya hay una población Pedro, tu que entiendes de
náutica y geografía ¿me sabrás decir que ciudad es esa?
San Pedro se relamió con el piropo y contesto.
Maestro esa ciudad es Ica
Y Jesús dijo, pues pica hombre pica
Todos los apóstoles hincaron con un huesito el anca
de sus rucios y a trote pollinesco se encamino la comitiva al poblado.
Cerca ya de la ciudad se apearon todos para hacer
una mano de toilette, se perfumaron las barbas con bálsamo de Judea, se
ajustaron las sandalias, dieron un brochazo a la túnica y al manto, siguieron
la marcha no sin prevenir antes el buen Jesús a su apóstol favorito.
Cuidado Pedro con tener malas pulgas y cortar
orejas, tus genialidades nos ponen siempre en compromiso.
El apóstol se sonrojo hasta el blanco de los ojos,
nadie habría dicho al ver su aire bonachón y compungido que había sido un corta
caras.
La gente de Ica se esmeraba en agasajar a la
sagrada comitiva, cuya visita llevo felicidad a la población, por cierto los
agasajos no recordaban a los bíblicos, ni mirra, ni vasos de esencias, ni
ungüento de nardos, era este el siglo XIX y muy criollo.
Los “vinos” de don Elías, los “piscos” de Boza y Falconi
anduvieron a boca que quieres……..
Desde que no te veo
No veo flores
Ni los pájaros cantan
Ni el agua corre
La amabilidad, gracia y belleza de las iqueñas,
inspiraron a san Juan un soneto, los iqueños entre copa y copa comprometieron
al apóstol poeta.
Pindárico poema, inmortal obra
Donde falta razón, más genio sobra.
Así terminaba el octavo día y fue cuando el señor
recibió mensaje urgente de Jerusalén, regresar pronto para impedir que la
samaritana le arrancara el moño a la magdalena.
Recelando que el cariño popular pusiera obstáculos
al viaje llamo a Pedro
Pedro componte como puedas pero es preciso que al
alba tomemos el tole, sin que nos sienta alma viviente, circunstancias hay en
que tiene uno que despedirse a la francesa
San Pedro redacto el artículo del caso en la orden
general, lo puso en conocimiento de sus subalternos y los huéspedes
anochecieron y no amanecieron bajo techo.
La municipalidad tenía dispuesto un albazo para
aquella madrugada, pero se quedaron con los crespos hechos.
Los viajeros ya habían atravesado la laguna
huacachina y se perdían en el horizonte.
Pocos americanos habrá tenido la academia española más
activos y batalladores que don Ricardo Palma, ya en 1878 al agradecer al
preclaro dramaturgo don Manuel Tamayo y Baus, el interés que demostró por su
nombramiento le ofreció enviar frecuentemente “los peruanismos”
La instalación de la academia peruana de la lengua
fue el día de Santa Rosa, el 30 de agosto de 1887.
Don Ricardo Palma en su libro “recuerdos de España”
evoca el literato desde el primer momento se encontró como en terreno propio,
un anciano compatriota suyo don José Joaquín de Osma, marques de la Puente y
Sotomayor, se apresuró en relacionarlo con su hijo político don Antonio Cánovas
del Castillo, en su propiedad llamada la Huerta la residencia lujosísima del
entonces presidente del consejo, allí paso don Ricardo no solo como asistente a
las fiestas con que Cánovas y su hermosa mujer Joaquina de Osma agasajaron a
los huéspedes de España, sino hojeando las obras de la valiosa biblioteca de Cánovas,
en concepto de don Ricardo Palma la mayor riqueza del palacio.
Cuenta la emoción de las entrevistas con Zorrilla,
las conversaciones con Menéndez y Pelayo, el recuerdo romántico que el conde de
Cheste guardaba de Lima su ciudad natal, el casual conocimiento con Echegaray
en Sevilla, la urbana cordialidad de Núñez de Arce, los almuerzos de Castelar,
los lunes de la Pardo Bazán, los sábados de don Juan Valera y las tertulias
vespertinas en las librerías de Fernando Fe, presididas por el humorismo
chispeante y benévolo de don Ramón de Campoamor.
Numerosos ingenios como Blanca de los Ríos, una
escritora que hacía que un cuarto de hora de conversación con ella fuera
verdaderamente delicioso, el ministro de México Riva Palacio, con su secretario
Francisco de Icaza erudito e irónico, el
delegado de México Francisco Boza, los ilustres Colombianos doña Soledad Acosta
y Ernesto Restrepo, el Argentino Carranza, el Cubano Guerrero, el Ecuatoriano
Pallares Arteta, el culto plenipotenciario del Perú don Pedro Alejandrino del
Solar, el octogenario marqués de Valmar y su contemporáneo don Miguel de los
Santos Álvarez y muchos más de los que bullían en la España finisecular del
siglo XIX hasta Carulla.
En la real academia española mi idiosincrasia
batalladora me proporciono una derrota cada noche, fracaso del que me consolaba
murmurando “causa victrix diis placiut, sed victa catoni” y para mi Catón era
don Ramón de Campoamor cuyo voto nunca me fue adverso.
Gratísima sorpresa tuve cuando transcurridos siete
años llego a mis manos, la última edición del diccionario y encontré en ella
casi la mitad de los vocablos por mi patrocinado.
¿Qué había pasado?
Que con paciencia y saliva mi sabio compañero don
Eduardo Benot, el ilustre autor del libro “arquitectura de las lenguas” se puso
al frente del elemento nuevo y secundado por don Daniel Cortázar y otros
noveles académicos, sin pelear batallas, pasito a pasito, un vocablo hoy y otro
mañana, hizo aceptar la lista de voces que por entonces público “el comercio”
Don Ricardo Palma en su campaña de lingüista se
sintetiza su hispanismo, latente hasta en los reproches y censuras, no solicito
audiencias palatinas, ni se deslumbro con las pompas cortesanas, porque creía
que las actitudes coloniales en vez de aproximar alejaban la efectiva
concordia, busco está en el humano elemento del idioma y alcanzo a percibir la
aurora del hallazgo.
pisco1.
De Pisco, ciudad
peruana en el departamento de Ica.
1. m. Aguardiente de uva.
pisco2, ca.
Del quechua pishku.
1. m. y
f. Col. y Ven. pavo (‖ ave).
2. m. despect. Col. Individuo de poca o ninguna importancia.
3. f. Col. Mujer de vida alegre.
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