Los llamados partidos políticos en el Perú
no son más que clubs eleccionarios que se arrogan el nombre de partidos, no
tienen demarcaciones entre unos y otros y peor aún ideales o programas, no son más
que un conglomerado de hombres y mujeres que llevan su vista fija en los
respectivos caudillos, mientras estos marchan apartados.
Los electores un día están con uno y otro día
con otro, sin que nadie note su inconstancia, son como cierta fauna trepadora de
los bosques que se pasan de un árbol al otro por las ramas, según donde haya más
con que alimentarse, así es la política peruana, sin pensamientos, sin
doctrinas, sin ideales; los ciudadanos recorren estos club eleccionarios en un
continuo ir y venir, como los transeúntes por un puente, desde hace mucho
tiempo ninguno de los políticos represento siquiera la falsificación de una
idea, en el congreso solo hay una deforme aglomeración de individuos incoloros,
incapaces y hasta inconscientes, somos un pueblo mil veces engañado.
No siento desprecio por mi patria, pero si
desprecio por sus defectos, por lo malo, por la eterna corrupción de sus
instituciones, hago mías las palabras que transcribo del poeta Filipino José
Rizal que bella y dolorosamente dice en su novela “noli me tangere”:
Se registra en la historia de los
padecimientos humanos, un cáncer de carácter tan maligno, que al menor contacto
se irrita y despierta agudísimos dolores, pues bien; cuantas veces en medio de
las civilizaciones modernas he querido evocarte patria mía, ya para acompañarme
de tus recuerdos, ya para compararte con otros países, tantas veces se me
presento tu querida imagen con un cáncer social parecido y deseando tu salud,
que es la nuestra y buscando el mejor tratamiento, hare contigo lo que con sus
enfermos los antiguos; los exponían a las gradas del templo para que cada
persona que fuese a invocar a la divinidad propusiera un remedio, para este fin
tratare de reproducir fielmente tu estado sin contemplaciones, levantare el
velo que oculta el mal sacrificándolo todo a la verdad, hasta el mismo amor
propio pues como hijo tuyo adolezco también de tus defectos y flaquezas.
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