El
concepto de que los procesos patológicos pudiesen originarse en regiones
localizadas del organismo era desconocido, en opinión de la época las
enfermedades actuaban sobre la totalidad del organismo y se debían a
perturbaciones de alguno de los cuatro humores o a trastornos de átomos y
poros, estas ideas cambiaron progresivamente durante el renacimiento a medida
que se difundía la costumbre de efectuar necropsias, el examen sistemático de
los cadáveres condujo al convencimiento de que generalmente las enfermedades
afectan en sus fases iniciales a un solo órgano, o a un grupo de tejidos y que
pueden permanecer localizadas durante largos periodos.
Para adaptarse
a este nuevo concepto los médicos debieron modificar radicalmente sus ideas
respecto del diagnóstico y el tratamiento de las dolencias de sus pacientes,
por lo que durante muchos años ambas doctrinas convivieron en escuelas y en
libros y en la mente de los maestros, a pesar de su oposición mutua y de la
progresiva acumulación de pruebas en favor de la segunda, no fue sino hacia el
final del siglo XVIII que la opinión médica se volcó en favor de la teoría
localista o anatómica; a esto contribuyo marcadamente la publicación de “sedibus
et causis morborum per anatomen indagatis” publicada en 1761, acontecimiento
que se considera uno de los más importantes de la historia de la medicina, ya
que la aceptación general de la teoría localista de la patología hizo posible
el tremendo progreso de la medicina y la cirugía del siglo XIX.
El
autor de la obra y de la idea de relacionar la anatomía patológica con el diagnóstico
fue Juan Bautista Morgagni, clínico y profesor de anatomía de Padua, vivía con
una simplicidad casi patriarcal en contraste con la vida turbulenta de otros
grandes de la medicina, además de ser gran maestro y escritor ejerció sobre sus
contemporáneos una influencia rara vez igualada en los círculos médicos,
Giambattista Morgagni como generalmente firmaba sus escritos, nació el 25 de
febrero de 1682 en Forlì, capital de un pequeño estado papal, a la edad de 15
años comenzó a estudiar medicina en la universidad de la vecina Bolonia, tuvo
la buena fortuna de caer bajo la influencia de dos celebres profesores de la
época Albertini y Valsalva, este último era discípulo de Malpighi y estaba
dedicado al estudio de la anatomía del oído, Morgagni muy pronto atrajo la
atención de Valsalva quien lo hizo su discípulo.
En 1701
Morgagni obtuvo su doctorado en medicina y filosofía y desde ese momento ocupo
periódicamente la catedra de Valsalva durante las ausencias de este, sus
actividades en los círculos académicos de Bolonia continuaron hasta que por
razones de salud, se retiró a su aldea natal y fue en esa época que publico el
primer volumen de “adversaria anatómica” colección de ensayos destinada a
establecer su prestigio como hombre de ciencia; su reputación fue creciendo y
en 1711 le fue ofrecida una catedra de medicina teórica en la universidad de
Padua, que ocupo el 17 de marzo de 1712, tres años después el senado de Venecia
lo ascendió a profesor de anatomía en Padua, llegando a ocupar antes de los 35
años una de las cátedras universitarias más prestigiosas del siglo XVIII, que
había sido honrada por hombres de la talla de Vesalio, Colombo, Falopio, Fabricio
de Acquapendente, Casseri, Spigelius y Vesling; Morgagni fue un maestro
entusiasta y muy popular entre sus alumnos, el prestigio de sus disertaciones y
demostraciones en el célebre anfiteatro anatómico construido en 1594, atrajo
muchos estudiantes extranjeros en particular del norte de Europa, este
venerable anfiteatro era de empinadas gradas dispuestas en cono oval.
En
Padua Morgagni fundo una nueva rama de las ciencias médicas la anatomía
patológica, su talento para la observación lo condujo a relacionar las
manifestaciones de las enfermedades con las modificaciones anatómicas, a lo
largo de su vida tomo nota de sus observaciones y las puso por escrito, Morgagni
demuestra ser literato, historiador y fisiólogo experimental consumado, los
protocolos de sus necropsias se caracterizan
por la descripción de las manifestaciones presentadas por el paciente en
vida, comentarios sobre sus causas, relación de las observaciones efectuadas en
el cadáver, deducciones de los hechos acumulados y sugerencias teóricas y prácticas
que pudiesen servir a los médicos, Morgagni consideraba a la disección como
indispensable e insistía en la necesidad de contar con buenas historias
clínicas, sin las cuales los hallazgos de la necropsia carecían de significado,
frecuentemente acudía a la anatomía comparativa y efectuaba experimentos en
animales para obtener datos, Morgagni sospechaba que los nervios desempeñaban
algún papel en la producción de los síntomas alejados del asiento de la
enfermedad, concedía gran importancia a la posibilidad que el pensamiento y las
emociones influían sobre la circulación y los aneurismas, sabía que la
apoplejía se debía fundamentalmente a modificaciones de los vasos sanguíneos y
no a lesiones primitivas del tejido nervioso, que los abscesos encefálicos eran
resultado y no causa de la otorrea, conocía la sífilis y las lesiones
sifilíticas de los vasos cerebrales, piel y huesos, describió los gomas
hepáticos y cerebrales, describió también la cirrosis hepática.
Si bien
Morgagni estableció su reputación durante su juventud con la publicación de
adversaria anatómica, su obra magna destinada a conservar su nombre para la
posteridad fue “de sedibus et causis morborum per anatomen indagatis” vio la
luz 57 años después en 1761 cuando su autor tenía 79 años y estaba constituida
por cinco libros en dos volúmenes, incorporaba observaciones recogidas en la
sala de disección durante toda su vida, es una de las grandes obras científicas
del siglo XVIII; Morgagni compilo sus cartas en las que describía los resultados
de sus necropsias, a las que agrego sus comentarios, deducciones y conjeturas,
es interesante anotar que a pesar que el libro de Morgagni fue publicado 101
años antes de que fuese descubierto el famoso papiro de Edwin Smith, sus
ensayos siguen el mismo orden que este antiguo documento egipcio, primero se
estudian los trastornos de la cabeza, luego los del tórax, seguido por el
abdomen y finalmente los miembros.
Si bien
la obra de Morgagni no contiene un solo descubrimiento, contribuyo al
conocimiento médico de la época con numeroso detalles y observaciones nuevas de
importancia, sus precisas descripciones permiten formular el diagnostico de
muchas enfermedades que en esa época ni el mismo Morgagni podía identificar, el
orden sistemático, la enorme cantidad de datos cuidadosamente valorados, la
contribución al conocimiento de la anatomía y los métodos racionales empleados
hacen de Sedibus una obra importante y sin precedentes.
La vida
personal de Morgagni transcurrió feliz y tranquila, su larga vida permitió ver
a miembros de su numerosa familia tomar los hábitos religiosos, los patricios
de Venecia quienes gobernaban Padua y el Rey Manuel III de Cerdeña se
enorgullecían de tenerlo como amigo, Morgagni también gozo del aprecio de cinco
Papas, además de ser objeto de honores fue reconocido en otros países, fue
admitido como miembro de la academia Leopoldina en 1708, de la sociedad real de
Londres en 1724, de la academia de ciencias de París en 1731, de la academia
imperial de san Petersburgo en 1735, de la academia de Berlín en 1754, en 1857
se fundó el “Milan II Morgagni” una de las publicaciones médicas italianas
mejor conocida y se publicó hasta 1935, el gran anatomista de Padua falleció
calladamente en 1771 estando cerca de los noventa años.
Referencias
Ackerknecht “
short history of medicine”
Bernasi
Enrico “Morgagni consulti medici”
Castiglioni “history
of medicine”
Garrison “introduction to the history of medicine”
Premuda
Loris “morgagni minore, acta medicae”
Walsh James “Morgagni the father of pathology”
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