Fue el padre Goldoveo Carani, natural de Sicilia y
religioso de la casa primitiva de agonizantes de Roma, quien vino a Lima en
1709 con licencia para colectar fondos para la canonización de san Camilo de Lelis,
estando aquí en la ciudad de los reyes contrajo buenas relaciones con un
eclesiástico llamado D. Antonio Velarde y Bustamante, natural de Burgos quien
poseía en la calle que conduce al monasterio de santa Clara varias fincas que
le producían buena renta, pero resolvió hacer donación de ellas a fin de que
pudiese fundarse una casa de religiosos agonizantes, la cual se hizo con
escritura el 31 de octubre de 1710.
El padre Carani construyo inmediatamente una
capilla que se tituló de nuestra Señora de la Buena Muerte, acudieron muchos
vecinos con sus erogaciones para cooperar al logro de aquel proyecto, estrenado
el pequeño templo doña Mariana de Castilla viuda de don Pedro Bravo de Lagunas,
llevo la imagen para vestirla y adornarla y obsequio una casa suya, en esa área
se procedió después a edificar la iglesia que existe hasta hoy llamada de la
Buena Muerte, doña Mariana costeaba la fiesta anual que se hacía y cuando falleció
el 22 de marzo de 1742 fue enterrada al pie del altar de la virgen.
El señor fiscal de la audiencia don Lucas Bilbao de
la Vieja, pidió se demoliese la capilla y que el padre Carani fuese enviado
bajo partida de registro a España, conforme a reales resoluciones porque nadie
podía levantar un templo sin real licencia, cuando esta resolución estaba por
ejecutarse por disposición del real acuerdo, la muerte súbita del fiscal Bilbao
causo gran espanto, tanto que nadie se atrevió hablar más de este asunto; en
1716 a solicitud del padre Carani vinieron de España con el virrey príncipe de
santo Buono, dos religiosos de la casa profesa de Madrid, llamados juan Muñoz
de la Plaza y juan Fernández, quienes se ocuparon en Lima de las funciones de
su ministerio, mientras el padre Carani recorría el alto Perú en demanda de
limosnas para san Camilo.
Fue el comerciante don Gregorio Carrión quien
costeo el viaje de otros religiosos que se pidieron a España, mientras
continuaban las diligencias para conseguir permiso del Rey, a fin de establecer
el convento el cual se logró en 1735 por real cedula del 10 de marzo, mediante
la influencia del virrey marques de Castell Fuerte y del arzobispo Francisco
Antonio Escandón, el padre Goldoveo Carani no alcanzo a ver la licencia pues
murió un año antes de que se recibiera dicho documento.
Es así que las fincas dadas por D. Antonio Velarde
y Bustamante, mas unas tierras que cedió al convento en el pago de santa Inés
doña María Belaunde, fueron bienes que poseyó la religión que tuvo por
patriarca a san Camilo, se estableció noviciado y estudios y fue el primer
novicio el doctor José de la Cuadra, abogado quien al retirarse de este mundo
dio al convento 34 mil pesos y la casa en que vivía, en la iglesia de la Buena
Muerte hubo pinturas de mucho mérito y valor, que desaparecieron en tiempos
posteriores, tuvo notables religiosos de las ciencias o de buena fama por sus
virtudes, como D. Martin de Andrés Pérez natural de Alcarria, cuya ejemplar
vida escribió el padre Gonzales Laguna.
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