Este departamento ocupa un lugar distinguido en el Perú, por el valor de sus hijos, por la poética belleza de su campiña, por la transparencia de su atmósfera.
Es muy incierta la etimología de la voz Arequipa, creen algunos entre ellos el padre Calancha, que se compone de dos palabras del quechua, Ari Quepai, que significa si quédense, porque el Inca Mayta Cápac, al regresar al Cuzco, después de haber conquistado la provincia de Chumbivilcas y Parinacochas, los de su comitiva prendados de la hermosura del lugar, le pidieron permiso para morar en el, y el monarca les respondió (si quédense), según Garcilazo de la Vega, Arequipa quiere decir (trompeta sonora) lo cierto es que esta ciudad estuvo ya habitada en tiempo de los Incas.
Se fundo la ciudad por orden de Francisco Pizarro, con bando solemne el 15 de agosto de 1540, su primer sitio fue atrás de Caima, pero después se traslado al lugar que hoy sé allá, por ser más extenso y cómodo, al trazarla se cuido que sus calles se cortasen en ángulos rectos y en dirección norte sur y este oeste, y que cada cuadra tuviese 150 varas de largo y doce poco mas o menos de ancho.
Y como un cuadro pintado por el artista supremo, se presenta el volcán Misti, cubierto de un hermoso manto azul, como un soberano, acompañado de dos moles gigantescas como él, cual si fueran sus ministros, uno a la derecha, el Chachani, y el otro a la izquierda el Pichu Pichu, ambos retirados como a 20,000 varas, como si temieran faltar el respeto a su soberano, el Arequipeño Miguel del Carpio escribió lo siguiente:
Inmensa mole, que del Dios eterno
Ostentas el poder, volcán terrible
Que abrigas en tu seno al mismo infierno
Y que el dedo invisible
Del miedo y el terror, siempre mostrando
Al pueblo de las gracias y las risas
En tus calladas iras tiranizas.
No hay noticia, ni la tuvieron los Incas de su ultima erupción, pero la clase de terreno de la blanca ciudad, y el abundante sillar, que es traquito descompuesto y vuelto a componer, encierra pequeños trozos de roca y guijarros, acredita que inundo mas de una vez con sus lavas.
Hacia el N.N.O de Arequipa, se encuentra el pueblo de Yura, con sus aguas termales maravillosas, para curar gran numero de enfermedades.
Él rió Chili es el que fecundiza la campiña Arequipeña, su curso lleva la dirección Este a Oeste, pasa entre el Misti y el Chachani y deja al sur a la ciudad, recibe en Palca 7 leguas al sur oeste de Arequipa, las aguas del rió Yura, para desembocar por Quilca al océano pacifico.
El distrito de Sabandia, era notable por la belleza rustica y pintoresca de sus campos.
Characato era afamado y concurrido por su espléndido templo, en el que se encontraban muchas bellezas artísticas.
Tiabaya es una hermosísima ensenada, casi ideal en su fertilidad, clima y belleza.
Quequeña presentaba un paisaje poético al entrar en su alameda de sauces.
Yanahuara o Chimba, fue población muy antigua de los indios Chilcas,
Chumbivilcas, Mitinaes, Callapas y Collaguas, que acompañaron a Mayta Cápac.
Caima, contiguo a Yanahuara tenía el mejor templo y una campana fundida en 1582.
Paucarpata, que quiere decir (sembrado en andenes) como a una legua de
Arequipa, hacia el sur este, situado en un pequeño cerró.
Chihuata, situado al pie del Pichu Pichu, una de las montañas que cortejan al Misti.
Pocsi, situado en la cordillera como a cinco leguas al sur este de Arequipa.
Tingo, al sur de Arequipa, tiene una bellísima quebrada denominada tingo grande.
Uchumayo, que en quechua significa (rió estrecho) al oeste de Arequipa en una quebrada profunda.
Socabaya, al sur de Arequipa, como a dos leguas de distancia.
Sachaca, Palomar y Miraflores, son los distritos que completan el cercado de Arequipa.
Arequipa dio muchos hijos ilustres en todas las ciencias, letras y artes, considerado este departamento como guerrero, entusiasta y patriota, como la revolución de 1854 en los que hicieron prodigios de civismo y valor, en los campos de la palma, fueron los libres de Arequipa los que tomaron la parte mas activa, ¿OH Arequipa? sin duda has cometido faltas, pero has hecho tanto por este gran Perú, que casi dan ganas de besar las piedras de tus monumentos y de tus calles.
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